La mujer no necesita que le permitan, necesita que la respeten

La mujer no necesita que le permitan, necesita que la respeten

Escucho en diferentes medios, a diversas personas y varios organismos sociales, que a la mujer hay que ayudarla, impulsarla, protegerla, darle cobertura, permitirle hacer, darle oportunidades… Todos son mensajes positivos y no están mal. Sin embargo debo hacer una aclaración, y es que si se nos debe apoyar, no se puede alegar que la mujer tiene muchas facilidades.

En ocasiones me encuentro en un debate o entre comentarios no solo de hombres, también de mujeres, donde se afirma que quizás tenemos cosas en contra pero que también a nuestro favor. No sé muy bien por donde empezar. No quisiera extenderme, sí ser clara y que se comprendiese. Verdaderamente como mujeres nuestro mundo no es atroz, tampoco un camino sin baches.

Mi yo interno no puede permitir que se diga que la mujer lo no lo tiene complicado. Me rechina el comentario, lo veo rancio y absurdo. Claro que no se nos ponen cadenas, bueno literalmente sí fuera de nuestro país. No debo hablar de otros lugares del mundo porque entonces mi post duraría un párrafo ya que no habría nada que debatir. ¿Libertad en países? Obviemos nombrarlos, pero todos sabemos de lo que hablamos y lo que ocurre.

Vivimos en una sociedad donde las cosas cambian lentamente. Hablo de que como mujeres nacemos para ser libres y felices, y encontramos barreras constantemente. No me refiero a que no podamos llegar lejos, de hecho podemos llegar donde queramos. Comento que siempre tenemos que demostrar algo, sino es a otros, es a nosotras mismas. Queremos y se nos exige ser perfectas de todos modos: como madres, como esposas, como profesionales, como vecinas… Somos personas emprendedores, atrevidas, nos gusta medrar, probar…

Pasamos nuestra vida atentas a los pasos que debemos dar, a cómo debemos hacerlo, a qué trabas se nos ponen… Tenemos, por ejemplo, un trabajo importante, por el que hemos luchado, nos lo hemos currado, en ocasiones mirándonos, porque no es habitual ver a una mujer en ese escalafón y que lo haga tan bien o mejor que un hombre. Llegamos a un puesto de consideración, nos desvivimos por hacerlo estupendo, porque no se nos mire a la altura del escote, al largo de la falda o al alto de los tacones. Otras veces se nos mira porque no queremos llevar tacones ni pintalabios, los pantalones molan más. Se nos mira porque las canas en la mujer envejecen.

Y decidimos ser madres, lo bello que es eso, lo duro que es…, y la alegría que va a traer. Te venden un mundo mágico donde lo mejor que puedes hacer es amamantar a tu hijo, a ser posible el máximo tiempo posible, crianza con apego, estar el máximo tiempo disponible con los niños. Eso les ayudará en su futuro. ¿Lactancia materna el mayor tiempo posible? ¿Conciliación? No sé qué es eso, no lo he vivido, ni conozco a nadie. Unas semanas de baja por maternidad, ¿en serio? ¿Doy las gracias ahora o espero?

Yo me he quedado en casa con mi hija. Mi hija no mamaba solo por la noche, por el día también y en horario laboral. ¿Dar biberones con mi leche? No es tan fácil, mi hija me quería a mí, mi pecho, mi calor, mi olor, quería a su madre, y yo a mi hija. Y así muchas madres, otras que no tienen opciones, que no tienen facilidades. Ninguna.

Sufrimos, lloramos, padecemos dolores indescriptibles físicos y mentales a lo largo de nuestra vida. Dolor antes de tener a nuestros hijos, durante, y hasta el fin de nuestros días. Sufrimos si son niñas por lo que les puedan hacer, porque hay que protegerlas de monstruos que llegan a sus sueños de niñas, y a sus vidas de mayores. Sufrimos si son niños porque pueden tener una visión retrógrada que hay que controlar, porque pueden copiar ejemplos que no lo son para nada.

Nos da miedo hacer running si está oscuro, tememos que se nos trate como una persona florero y poco capaz, que se nos juzgue por beber y salir de fiesta, que se nos interrogue por si nuestro NO no era lo suficientemente claro e intuía ser un sí… No queridos míos, no se nos dan facilidades, nos curramos cada uno de nuestros logros y formamos a personas válidas que lleguen a mejorar este mundo un tanto necesitado de aire fresco.

No pedimos que se nos tenga lástima, pero tampoco se piense que se nos tienen, o se nos dan concesiones. Nadie pide que se nos aparte la silla para sentarnos, ni se nos busque ninguna luna, ni se nos dé la cartera, tenemos una propia. Podemos decidir qué hacer con nuestra vida en cada momento. Nosotras nos valemos para todo, pero demandamos el mismo reconocimiento que cualquier otro. Quien diga que lo tenemos más fácil probablemente llegue a ver mañana el desánimo en su hija. ¿Qué decirle entonces? «LUCHA»

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