Llega un día, en la vida de una madre, que al mirar a su hijo comprende el significado de todo lo que la rodea. Resulta más fácil hallar el sentido de lo absurdo, de lo más complejo y de lo que nunca importó o era banal. Un día, cuando tu hijo te habla sin tapujos, te mira, se ríe a carcajadas y entiende tus bromas, piensas que todo cuanto te da, es necesario para tu real existencia.
Se da por sentado que los días son duros de pasar para quienes tienen hijos, que el agotamiento físico y mental hace que uno piense en rendirse, se crea mala madre, no comprenda porqué tanto trabajo y tan poca consideración. Incluso, vienen a la mente momentos del pasado donde la vida se percibía más cómoda y menos angustiosa.