Juventud

El niño, al nacer, trae consigo unos condicionantes genéticos heredados. Añadido a esto posee una personalidad específica. En muchas ocasiones, será una gran influencia el entorno que le resguarda, o del que se ha visto rodeado. Como sea en un futuro, depende de la educación en la infancia y adolescencia. Eso delimitará su madurez e identidad personal. Muchas veces se piensa que un niño está abocado al fracaso o a ser un niño con pocas aspiraciones, cuando resulta de un ambiente desfavorecido, pobre (educativamente hablando), y que se define por unos padres con poca formación. Esto no siempre es así. Habrá niños que copien ejemplos poco óptimos, y que no logren por sí mismos salir de ese círculo, no se les dé oportunidades, o simplemente sean rechazados por la sociedad. Otros niños, por el contrario, han visto otros modelos de conducta nefastos y controvertidos, sin embargo la escuela les ha dado normas y valores, y ellos apuestan por ese camino.

Como padres nunca finaliza la labor de educar. Parece que lo duro llega a su término cuando los hijos ya comienzan a vestirse solos, a ir al colegio con sus amigos, o a realizar tareas en casa, pero no es así. Los hijos siempre nos necesitan, y pasan por fases donde como padres hay que estar muy pendientes de ellos. Al tener a un hijo, una madre o un padre conoce lo que es el amor incondicional, descubre lo que es haber recibido en la propia infancia valores esenciales y de calidad humana para trasmitir al hijo. Cuando un padre tiene a un hijo valora el trabajo que han hecho sus propios padres. Los hijos nos necesitan cuando son pequeños, y es ahí donde la educación que les damos asienta las bases para el futuro, para cuando tengan su propia familia.
error: Copyright